martes, 3 de noviembre de 2009

Instrumentos cántabros

GAITA
Este instrumento ha tenido hasta prácticamente nuestro días un gran empleo en toda la zona occidental de Cantabria. El modelo utilizado es idéntico al de Asturias: puntero de interior cónico, un solo roncón que descansa en el hombro izquierdo del gaitero, digitación cerrada y una tesitura que abarca octava y media (Do-Re).
Algunos de los punteros examinados presentan una escala mixolidia, la misma que la cornamusa escocesa de las Tierras Altas.
La gaita se acompaña habitualmente de un tambor redoblante y aparte de sus funciones de animación del baile, ha servido para acompañar el cante montañés, existiendo una enorme afición en los cantadores del occidente de Cantabria por cantar junto a este instrumento. Peñamellera, Ribadedeva y el valle de Pendueles, así como la Pernía, son parte integrante del área cántabra de este instrumento.
Gaiteros muy populares fueron: Candolías, de Tresgrandas; Tonino Gándara, de Casamaría (Herrerías); Paco González (Val de San Vicente) o Florencio Prado, de Valmeo (Vega de Liébana).
Bailes a lo pesau y a lo ligeru, pericotes, pasacalles, piezas para el baile a lo agarrau (valses y pasodobles), y marchas procesionales componían el repertorio instrumental de la gaita cántabra.

"En la función profana alternan los desafíos de bolos, los bailes a los alto y a lo bajo y a lo ligero, amenizados, o por la pandereta clásica, o por la típica y chillona gaita, y como habrá la mar de alegría y el derroche de libación lucirán sus encantos a las mil maravillas las consabidas jumeras."
LA VOZ DE LIÉBANA. 20 de Junio de 1909. Romería de San Pelayo en La Hermida (Peñarrubia).

CLARINETE/PITU
Pitu es la denominación con la que se conoce al clarinete en Cantabria, y piteros a la pareja de este instrumento más el acompañamiento del tambor redoblante.
Desde mediados del siglo XIX ha experimentado una difusión muy abundante en el centro-occidente cántabro, con la tonalidad en Mi bemol (requinto) como la de mayor uso. En un pequeño foco de clarinetistas populares del interior montañoso del oriente, la tonalidad de Si bemol era la más frecuente.
La utilización casi exclusiva del registro alto, la sujeción en el requinto de la boquilla con el labio superior, una ornamentación semejante a la de la dulzaina y melodías con una extensión de octava y media, son características de la ejecución del clarinete en su vertiente tradicional en Cantabria.

Piteros famosos han sido Marcelino Gómez, "El Ciegu de Sierrapando", Antonio Mediavilla, de Vi-llapresente; Servando Crespo, de Escobedo de Camargo, y Tomasón, de Anievas.
Las jotas y los pericotes son el tipo de piezas que más frecuentemente interpretaban los piteros.
"¡Aquí se baila al son del clarinete el clásico baile del país acompañado de castañuelas repicadas con una maestría admirable!...". [Romería en Quijas (Reocín). En "La Montaña" (Santander), julio de 1889].

DULZAINA/VOZAINA
Este aerófono de lengüeta doble ha tenido hasta época muy reciente una gran implantación en distintos valles del oriente y sur de Cantabria.
El acompañamiento de la vozaina era siempre el tambor redoblante, ampliándose a veces la sección rítmica con un bombo en el caso de los dulzaineros de Valle (Ruesga), Villar, Sota y Fresnedo (Soba), Bezana (Valdebezana), Soncillo y Orbaneja.
La abundancia de notas de adorno, la ejecución más ligada que marcada, el uso del vibrato, son características del sello interpretativo de los dulzaineros cántabros.
Dulzaineros famosos han sido Manolo Maza, en Carasa; Rique de La Pesquera, en Laredo; Ricardo Piedra, de Valle (Ruesga); Fructuoso del Campo, en Ajo; Maximino Garrido, en Ruerrero (Valderredible), o Venancio González, de Reinosa, entre otros.
El repertorio de los dulzaineros es el mismo que el del silbu.
"La dulzaina recorrerá las calles al alba y continuará haciéndolo a intervalos toda la mañana.
A las tres tocará otro pasacalles la dulzaina, situándose después en el campo del ferial para distracción de los aficionados al baile.
A las ocho se encenderá una agradable y vistosa iluminación preparada en la fachada de las casas consistoriales, alternando en la ejecución de varias piezas y tocatas de bailes populares la música y la dulzaina...".

["El Ebro" (Reinosa) N° 18, septiembre de 1884. Programa de fiestas de la feria de San Mateo en Reinosa para el día 22 de septiembre].

SlLBU
Flauta de pico de tres agujeros hecha de madera, cuya boquilla es metálica; posee una extensión de octava y media.
En Cantabria, al tañedor de este instrumento se le llama tamboril por el hecho de tocar con la mano izquierda el silbu y con la mano derecha un pequeño tambor, golpeándolo con una baqueta. Habitualmente al tamboril le acompañaba un tamboriteru tocando el tambor redoblante.
En la actualidad sólo queda en Cantabria una persona que toque este instrumento: Vidal Isequilla, del valle de Liendo. Antaño tuvo una difusión más amplia con nombres tan famosos como "Titusón" de Izara (Campóo de Suso); "Bartulu", en la Pasieguería; Juan Callejo, en Santander; Cirilo, en Santoña; "Trece", en Ramales, entre otros.
"Los domingos por la tarde, cuando la música de Andalucía termina su programa en la Alameda, se trasladan soldados y criadas a la Plaza de la Constitución, donde el celebérrimo Cirilo arranca melodiosas notas a su flauta con una mano y con la otra, palillo en ristre, golpea el parche del tamboril con singular destreza, a cuyo ruido saltan hombres y mujeres como movidos por la electricidad".
[Baile dominical en Santoña. En "El Avisador" Santoña), 30 de abril de 1896].

VlOLÍN/VlGULÍN
Tras un minucioso estudio de toda la abundante prensa cántabra de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, podemos comprobar que éste era el instrumento más utilizado en las fiestas populares de Cantabria en dicho periodo.
Los violinistas tocaban siempre acompañados de una pandereta, miembro casi siempre de su familia (esposa o hijas), y a la vez que tañían, cantaban ambos a dúo.
Un número importante de estos violinistas eran ciegos, aunque muchos otros no. No se conocen casos de músicos ambulantes cántabros tañedores de violín. Siempre actuaban en el valle donde residían y zonas colindantes.
El violín o vigulín, que es como lo denominaban nuestros paisanos, se empleó en toda Cantabria con una técnica interpretativa, según informaciones de familiares de violinistas, semejante a la utilizada en el rabel, empleando afinaciones donde se podían tocar de forma permanente dos cuerdas al mismo tiempo (melodía-bordón).
Este instrumento desaparece de la música tradicional cántabra en los años 40 del siglo XX, a la muerte de nuestro último violinista, Pepón Gómez, de Silió.
Otros violinistas famosos fueron: Paulino "El Ciego", de Pando (Ruiloba); José, de Las Presas (Camargo); Ramón Rodríguez, de Izara (Campoo de Suso); Colas, de Carriedo, y Sabino Aja, de Matienzo.
El repertorio se componía principalmente de piezas para el baile a lo sueltu.
"Por la noche, hubo también baile de violín y pandereta, alrededor de la clásica hoguera, resultando una magnífica función".
[Fiestas en Carmona. En "El Escudo" (Cabezón de la Sal) N° 31, agosto de 1915].
RABEL/BANDURRIA
Existen dos zonas en Cantabria donde ha pervivido hasta nuestros días un número más que suficiente de tañedores de este instrumento como para permitirnos conocer-lo en profundidad: Campoo y Polaciones. Este cordófono posee dos cuerdas, afinadas generalmente por intervalos de cuarta, encontrándonos en Campoo algunos rabelistas que las afinan por intervalos de octava. Con un arco se frotan ambas simultáneamente, empleándose una para ejecutar la melodía y la otra al aire como bordón. Algunos rabelistas utilizan rabeles de tres cuerdas: una para el bordón y dos para la melodía, pisadas ambas con un dedo. El rabel se tocaba principalmente en el tardíu (otoño) y el iviernu (invierno), en las reuniones de la mocedad, como eran las deshojas y las jilas. Rabelistas famosos de Campoo han sido Lin "El Airosu"; Paco Sobaler, de Espinilla; Florencio, de Nestares, y "El Ciegu de Fontecha", este último a principios del siglo XX. En Polaciones, Adela Gómez, Pedro Madrid y Antonio Morante, "Quintana". El repertorio del rabel está compuesto de canciones tradicionales de la zona (amor, picarescas, crítica social, etc.), romances y bailes a lo pesau y a lo ligeru.
ACORDEÓN/ALCURDIÓN El acordeón diatónico o de botones llegó a Cantabria a finales del siglo XIX. La novedad que supuso su agradable timbre y su fuerte volumen fueron causa de la rápida aceptación por las nuevas generaciones de músicos populares y público. Este instrumento, junto al clarinete, fueron los sustitutos del violín, la zanfona, la flauta de tres agujeros y la flauta travesera. En Cantabria se denomina "la alcurdión" y se tocó básicamente en el centro y oriente, siendo el Valle de Toranzo el lugar donde mayor concentración de acordeonistas encontramos, conociéndose incluso el caso de varias mujeres que lo tocaban: Rosalía, de Barcena de Toranzo, y Dolores Abascal, de San Miguel de Luena, en las primeras décadas de este siglo. Los acordeonistas cántabros incluyen en su repertorio los temas de los instrumentos anteriores.
"La romería se iba acabando, despedazándose, quedando únicamente un baile prosaico de acordeón y el inacabable y poético de las panderetas. El vientecillo decía a los romeros, murmurando en los oídos: "! A casa, que traigo malas pulgas!". Y nos sentimos hasta última hora ansiosos de beber todo el goce espiritual de aquella romería que se acaba. Que por cierto tuvo verdadero fin campurriano, porque detrás de mí vinieron cantando aires de la tierra unas muchachas de no sé qué pueblo vecino". [Artículo sobre la romería de San Pedro en Izara (Campoo de Suso). En "Campoo", Reinosa), 2 de julio de 1896].
TAMBOR
La caja o tambor redoblante ha sido junto a la pandereta uno de los soportes rítmicos más utilizados en el acompañamiento de la música instrumental en Cantabria (bailes, danzas, pasacalles y marchas procesionales). También en algunas zonas del país el tambor ha acompañado a la voz masculina en las canciones de ronda o a la femenina en el ramu y en ciertos temas bailables haciendo dúo con la pandereta (Liebana, Pernía...).
Es distintivo del estilo interpretativo del tambor en toda Cantabria el empleo de unas estructuras rítmicas continuas, donde a diferencia de nuestros vecinos vascos, asturianos o castellanos no se frasea la melodía marcando golpes con cada nota, introduciendo redobles, silencios, golpes simultaneos con la baqueta en el parche y aro.
El toque autóctono cántabro de tambor, de ritmos continuos, sin silencios, sin golpes en el aro, constituye un elemento característico de la música popular de Cantabria.
El tambor ha formado en La Tierruca orquesta tradicional con la gaita cántabra, la dulzaina, el pitu montañés y la flauta travesera.
PANDERETA
De la familia de los membranófonos percutidos con la mano, éste ha sido el instrumento de baile más utilizado en Cantabria. Empleada en un porcentaje muy alto por manos femeninas, su ejecución raya el virtuosismo, siendo su aprendizaje tarea nada fácil. Dependiendo de la región de Cantabria donde nos encontremos, se observan, aunque parecidos, diferentes estilos de tañerla. Antaño era casi imposible encontrar un pueblo donde no existieran una o varias pandereteras. Las tocadoras de pandereta formaban dúos, cantando al unísono, con abundantes melismas, vibratos y potente voz. A principios de siglo se tocaban panderetas de medio metro de diámetro y cuatro o cinco concavidades para las sonajas. Sirvió de acompañamiento al violín, la zanfona y, en algunos casos, a la gaita. Tanto piezas para el baile a lo sueltu como para a lo agarran, bailes al santu o al ramu, componían el repertorio de las pandereteras cántabras.
"Para poner dique a esta tendencia a que antes me refería, disponen estas hogueras con todos los útiles tradicionales utilizando como combustible las más veces el rozo y como instrumento musical el pintarrajeado pandero de enormes dimensiones, grande como un triguero, así es la gráfica y castiza medida que las gentes utilizaban como término de comparación que combinado con las potentes y pocas veces bien limadas voces de las fornidas muchachas, da a estas fiestas lo que es suyo propio y tradicional". ["El Escudo" (Cabezón de la Sal), 30 de agosto de 1915. "De cosas nuestras"].
"Desde entonces la fiesta era arriba, en los altos. Una doble y larga fila de mozos y mozas, bailaban al son de alegres panderetas. Los brazos en cruz oscilaban acompasadamente de izquierda a derecha siguiendo los movimientos del cuerpo. Las tocadoras colocadas ante la doble fila de bailadores, en una pequeña eminencia que formaba el campo, tocaban enormes panderetas, haciendo salir de sus tersas pieles sonidos alegres, y de vez en cuando cantaban alguna copla: entonces, los pies de los bailadores movíanse más rápidamente y las panderetas redoblaban con brío". [Cuento "La Peña del Águila", de J. Barrio y Bravo. En "La Tierruca" (Reinosa) N° 19, 28 de octubre de 1906]. Otros instrumentos musicales que tuvieron cierta difusión en el pasado en la animación de bailes populares fueron la flauta travesera de madera acompañada del tambor de tensores de cuerda, siendo Trasmiera el área de mayor uso de este instrumento. Antonio Carral y Perfecto Somaza, de Ajo; Ramón Torralbo, de Isla; Antonio Santander, de Riaño; Ignacio Barquín, de Ogarrio, han sido tañedores profesionales de esta pequeña flauta a finales del siglo XIX y principios del XX. Hasta las primeras décadas del siglo XX y acompañándose de la pandereta se conoció el uso de la zanfona o rabel en los bailes populares cántabros. Emeterio Agudo, "El Pulga" (Penagos 3/3/1834-Santander 5/6/1909), fue nuestro zanfonista más famoso. Todos los instrumentos aquí citados muchas veces sonaban acompañados por el repiqueteo del instrumento ibérico por excelencia: las castañuelas {tarrañuelas en cántabro), empleadas por los bailadores de toda Cantabria conocedores de su manejo.
BIBLIOGRAFÍA: Roberto Diego

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